Las frutas del bosque son pequeñas frutas comestibles que crecen en los arbustos de forma habitualmente asilvestrada. Su consumo es normalmente en fresco, siendo también muy habituales en la elaboración de mermeladas, conservas, pasteles o tartas. Son frutas pequeñas, dulces y ácidas al mismo tiempo, jugosas y de intenso color debido a los pigmentos sintetizados por la planta, y donde radica el beneficio para nuestra salud. Ricas en flavonoides, las frutas del bosque poseen pigmentos antioxidantes que ayudan al organismo a combatir el envejecimiento celular y a prevenir muchas patologías. Así, las fresas poseen un alto contenido de vitamina B9 y C, los arándanos, gracias a sus antiocinas, son grandes aliados para el buen mantenimiento de los vasos sanguíneos, las frambuesas tienen un altísimo contenido en vitamina C y E, y las moras son especialmente ricas en fibra, vitaminas, hierro y antiocinas.

En la antigüedad muchos pueblos basaban parte de su dieta en el consumo de las bayas y otros pequeños frutos del bosque, y conocían la correcta preparación de los frutos que recolectaban para su consumo.

Ricos en Vitamina C, con grandes propiedades antioxidantes. Ayudan a tener una piel radiante, disminuyen y evitan enfermedades del corazón mejorando la presión arterial y protegiendo del daño celular que implica la aparición de enfermedades cardiovasculares.

Ideales para su utilización en postres y helados, así como para la elaboración de mermeladas.

Hay que elegir un recipiente limpio, plano y ancho. Cubrir el fondo con papel de cocina y depositar las bayas en una sola capa. Cerrar la tapa pero procurando alguna hendidura para que pueda circular el aire y evitar que se forme humedad en el interior, y finalmente, introducirlo en la nevera.