El pomelo es el fruto del árbol homónimo perteneciente al género Citrus de la familia de las Rutáceas. Su pulpa está formada por numerosas vesículas llenas de jugo.

No se conoce con exactitud, pero se da por seguro que se trata de un cruce natural entre el naranjo dulce y el pummelo de Barbados, en las Indias Occidentales, para posteriormente extenderse por el Caribe y USA. En la actualidad, los principales países productores son China, Estados Unidos y México.

Posee un escaso valor calórico. Destaca por su riqueza en vitamina C y ácido fólico. Contiene una importante cantidad de potasio y en menor proporción de magnesio. El pomelo es una fuente importante de vitamina C, flavonoides, beta-caroteno (provitamina A), por lo que su consumo se considera especialmente interesante para la prevención y el tratamiento de diversas patologías por sus efectos antioxidantes. Un zumo de pomelo cubre las recomendaciones diarias de vitamina C, por lo que consumo es especialmente interesante para períodos de lactancia, embarazo, tabaquismo, estrés, prácticas deportivas o enfermedades infamatorias, así como en períodos invernales. El pomelo posee un importante efecto diurético, que favorece los tratamientos contra la hipertensión y enfermedades asociadas a la retención de líquidos. Asimismo, tiene propiedades antisépticas, y su característica sustancia amarga, favorece la producción de bilis, por lo que se le considera un alimento digestivo y beneficioso para el hígado.

El pomelo se puede tomar al natural, añadiéndole miel o azúcar para endulzarlo, o su forma más habitual, en zumo. Su jugo es dulce, amargo y ácido, constituyéndose como parte esencial de los desayunos de un buen número de países. Algunas variedades, también se utilizan para elaborar mermeladas y almíbares, así como ingrediente para macedonias y ensaladas.

Se conservan en perfecto estado durante un mínimo de una semana a temperatura ambiente. También se puede optar por su conservación en nevera para alargar su período de consumo.