El Madroño proviene del árbol (ARBUTUS UNEDO) conocido por madroño y perteneciente al género ARBUTUS, de la familia de las ERICACEAS. Se trata de un fruto esférico, de 2 a 3 cm. de diámetro, muy parecido a la fresa del bosque, aunque de mayor tamaño, tanto por el color rojo de su piel, como por la superficie granulosa que presenta. La pulpa es amarilla, ligeramente agridulce y agradable cuando está muy madura, En su interior se encierran 3 o 4 semillas muy pequeñas y comprimidas.            

Desde siempre, el madroño ha sido una planta muy usual en España, ya que anteriormente al siglo XVIII, eran numerosas las sierras y montañas de la Península Ibérica que estaban pobladas en su totalidad por este llamativo arbusto, siendo esta la razón, por la que en el escudo de Madrid figura un madroño junto al oso. La planta se encuentra muy extendida en el sur de Europa, muy especialmente en los países mediterráneos, así como en Asia y las regiones cálidas de los EEUU.         

El fruto contiene pequeños indicios vitamínicos, siendo éstos la principal substancia que se observa en el madroño. Las hojas de la planta contienen así mismo substancias tánicas, si bien, ya en el siglo XVIII en Grecia y en los países del levante mediterráneo, eran utilizadas para el curtido de la piel. Las infusiones de hojas de madroño eran empleadas en la medicina popular como astringente para el intestino y como remedio antirreumático.          

Su consumo se limita en buena medida a la preparación de mermeladas y confituras, si bien se consume en ciertas zonas y pueblos montañosos del norte de España, donde se elabora una bebida parecida al vino y con cierta semejanza también a la sidra.   

Es una fruta muy perecedera, por lo que una vez madura, se ha de consumir a la mayor brevedad.