El tamarillo es un fruto tropical muy llamativo que proviene de la planta cyphromandra betácea. Mide de 5 a 10 cm, y visualmente, se parece exteriormente un poco a la ciruela y al tomate interiormente. El tamarillo presenta una piel brillante de color rojo intenso y su pulpa agridulce, jugosa y suculenta también se parece a la del tomate, del cual toma su nombre en algunas regiones de “tomate de árbol”.  

El origen del tamarillo se sitúa en los Andes. Los principales países productores son Colombia, Ecuador, África y Nueva Zelanda.  

El tamarillo ofrece un alto contenido en vitamina A y C, proteínas, fósforo, fibra, calcio y hierro.  

Para disfrutar de su exótico sabor refrescante, es recomendable comer los tamarillos al natural, crudos, como, por ejemplo, de guarnición de platos fríos, o en ensaladas. Únicamente hay que quitarles la piel, cortarlos en rodajas y añadir sal o azúcar, al gusto, dependiendo del tipo de plato que acompañen. Es una fruta ideal que puede consumirse tanto en postres como en platos cocidos.  

Los tamarillos se conservan en perfectas condiciones en frigorífico, o en un lugar fresco.