El apio es una hortaliza muy conocida y popular. Pertenece a la familia de las Umbelíferas. Desarrolla pencas carnosas y crujientes, con hojas en su extremidad superior. Tradicionalmente, el apio se blanqueaba por acumulación de tierra o por recubrimiento, procedimientos que hoy en día ya no se utilizan porque se auto-blanquean por la técnica de cultivo de densidad de producción. Actualmente, se encuentran otras variedades de apio en el mercado, como el apio nabo y el apio de corte.

El apio común procede del Mediterráneo. En España ha adquirido gran importancia comercial por su consumo local, y, en los últimos años, por sus exportaciones a Europa. El apio se cultiva principalmente en regiones de tierra de huerta, como la cuenca mediterránea y el norte de Europa.     

Todas las variedades de apio favorecen la salud por su alto contenido en sales minerales, hierro y aceites esenciales, y por la ausencia total de colesterol. El apio es particularmente diurético y tiene efectos digestivos después de una comida copiosa. También cocido, el apio es un gran benefactor de la vesícula y los riñones.      

Esta hortaliza tiene un gran número de aplicaciones culinarias: se utiliza en caldos, con verduras, como condimento y sobre todo se come al natural. El apio es cada vez más apreciado como ingrediente para exquisitas ensaladas. Cuando se come sólo al natural, siempre resulta crujiente, fresco y con un sabor anisado y agradable al paladar.  

Para conservar el apio en buenas condiciones, es recomendable tenerlo en frigorífico, preferiblemente en una bolsa de plástico, para de esta manera, mantener su humedad. Es necesario mantenerlo separado de frutas maduras para no alterar su proceso de maduración.