La cebolla pertenece a la familia de las Liliáceas, conocida por la riqueza en aceites esenciales sulfurados muy volátiles y picantes. Su forma puede variar entre esférica y elipsoidal, y su diámetro varía entre los 3 y 10 cms, siendo su peso de entre 100 y 250 gr. El color de la cebolla difiere en función de la variedad, y va desde el blanco, al violáceo, pasando por el amarillo y el rojo intenso. La cebolla tiene un gusto picante, no obstante, hay variedades que ofrecen incluso un sabor dulce.

El origen de la cebolla es incierto. Mientras algunas fuentes lo sitúan en el Asia Central, otras lo ubican en el Asia Occidental, e incluso no faltan quienes lo ubican en el norte de África. En el antiguo Egipto, al igual que en la antigua Grecia y Roma, era un producto muy apreciado. Fueron los antiguos romanos los que introdujeron su cultivo en el área mediterránea. Los colonizadores la introdujeron en América, siendo aceptada de inmediato en la zona. Su cultivo es habitual en climas templados.

Las cebollas poseen un escaso poder calórico debido a que el elemento clave en su composición es el agua. Se ha tener en cuenta el elevado nivel de fibra así como el de minerales (potasio, calcio, hierro, magnesio y fósforo), y de vitaminas (especialmente vitamina B, y en menor medida vitaminas C y E) en su composición. La combinación de su escaso nivel calórico, junto con su elevado nivel de fibra que produce sensación de saciedad, provoca que sea un producto ideal para personas que quieran seguir un régimen de adelgazamiento. Por otra parte, su elevado nivel de potasio le confiere efectos diuréticos. No obstante, son sus propiedades nutritivas las más destacadas en su composición, en concreto, el gran número de antioxidantes que posee (flavonoides y compuestos azufrados). Los primeros, favorecedores de la acción sanguínea, y los últimos beneficiosos en caso de afecciones respiratorias.

La cebolla se puede consumir tanto cruda –en ensaladas-, como cocinada, tanto asada como hervida, rehogada, frita o salteada. Se suele utilizar como guarnición en platos de pescado, carne, verduras…., como ingrediente de salsas, purés y cremas, o en sopa, como la afamada, no sin razón, “sopa de cebolla”.

Antes de ser cortadas, se pueden guardar en un lugar fresco y seco, no obstante, una vez cortadas, deben de protegerse con un film plástico y conservarlas en el frigorífico.