La escarola es una verdura de muy buena presencia y de agradable sabor. Es típica del invierno, a pesar de que se encuentre en el mercado todo el año, gracias al hecho de que su cultivo se ha extendido a varias zonas climáticas y también debido a la existencia de variedades resistentes al calor. Entre las diferentes variedades, las hay de hoja grande, de color verde oscuro, con el corazón de color amarillo, tallos tiernos de excelente calidad y el cogollo voluminoso, así como las de hoja rizada de color verde claro, con el corazón compacto de color amarillo intenso, y tallos finos.    

Ya consumida en la época de los Griegos y de los Romanos, su origen se sitúa en las zonas de cultivo de huerta del Mediterráneo. Hoy en día, se cultiva principalmente en Europa meridional, a pesar de que su cultivo en invernaderos ha permitido su ampliación a zonas de temperaturas más rigurosas.    

La escarola es un alimento sano en cualquier dieta ya que ofrece propiedades muy saludables. Su alto contenido en agua y sales minerales aporta unas características especialmente desintoxicantes, diuréticas y depurativas.    

Es una verdura imprescindible para las ensaladas. Su sabor mezcla un ligero dulzor con un toque final amargo que proporcionan un agradable frescor al paladar. Sola, aliñada con sal, aceite de oliva y unas gotas de zumo de limón, o mezclada con otras hortalizas típicas de las ensaladas, es una guarnición excelente, sana y nutritiva, que combina perfectamente con cualquier plato. También se puede comer cocida o cocinada con otras hortalizas.    

Como la mayoría de las verduras frescas, es muy recomendable conservarla en la nevera o en un lugar fresco. Para conservarla en las mejores condiciones hasta el momento de comerla, se tiene que lavar con agua, y dejarla en la nevera en una bolsa de plástico cerrada.