Se trata de una leguminosa caracterizada por una vaina tierna y carnosa, por lo que se consume entero, vaina y semillas a la vez. Es más dulce que el guisante al contener más azúcares.

Es originario de Asia, aunque ahora su cultivo se ha extendido por el Mediterráneo.

Destacan por su alto contenido en proteínas vegetales, vitaminas y minerales, además de ser una importante fuente de fibra facilitando así el buen tránsito gastrointestinal. Son ricos en zinc, potasio, hierro, calcio y magnesio, así como vitaminas, especialmente A, beneficiosa para la vista y favorecedora de la regeneración de tejidos, C, lo que fortalece nuestro sistema inmunitario y B, lo que favorece el buen funcionamiento del sistema nervioso.

Una vez lavados, se puede proceder a su cocción, que ha de ser breve para disfrutar de su textura crujiente, para proceder posteriormente a su salteado con los ingredientes que más nos apetezcan, o en guisos, menestras o como guarnición de carnes y pescados.

Conviene consumir los tirabeques frescos, pero también es posible mantenerlos unos días en la nevera.